Pucha, como que tengo pena. Ese maldito segundo en el que te da un soplo en el pecho y en tu cabeza pasan más imágenes de las que pensabas que cabían. Entonces hay que llorar un poquito, porque claro, ese soplo en el pecho no es sólo aire, es agua también... entonces hay que sacarla.
Cuando no es pena es vacío. Que raro eso de no estar feliz ni triste. Como no estar, pero estando. No duele, no arde, no pica. No hay. Sólo no hay. Algo ya no hay.
Y una pequeña taquicardia te devuelve a la vida, a ese estado de vida. A ese estado: de estar, no de ser. Porque ya no se sabe qué soy. Fui algo tanto tiempo. Fui tantas cosas. Fui de diversas formas, pero me bajé tan rápido de la micro que todo eso se me quedó en el asiento... Ya no hay gente honesta para que me las devuelva.
Por ahí estoy, todavía. Intentando ser. Intentando seguir siendo un poco de lo que era. Caminando en busca. Esperando ser... SER.
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