Me obligo a dejar de pensar y empezar a sentir. A escuchar esas vocecitas que de repente asustan. Nunca me canso de los sonidos nuevos.
Me obligo, si no lo hago, pierdo. Pierdo mucho. Y a nadie le gusta perder. Ni perder de derrota, ni perder de dejar de tener. No siempre son buenas.
Me obligo a escribir. No quiero que de pronto las ganas de siempre desaparezcan. Sé que tengo la culpa de abandonarme, de no preocuparme por ello, de creer que todo está bien, o no tan mal.
Los hechizos siempre tienen su formula para romperlos.
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