No me gusta mucho estar escondida.
No sé por qué siempre vuelvo debajo de algo... una mesa, por ejemplo.
Una vez escribí debajo de una mesa.
Me gusta y no tanto, el anonimato.
Siempre quise ser ladrona de bancos, pero hay algo en mi rostro que nadie nunca olvida.
Merezco quedarme debajo de una mesa. Horas.
Aunque mi piel se esté poniendo blanca (cosa difícil),
aunque tenga la sangre helada y muera de frío,
aunque me haga vieja y no pueda ponerme toda esa ropa nueva...
Déjenme un ratito debajo de la mesa.
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