Acertar con mis acciones es como una estrella fugaz.
La torpeza me sobrepasa cuando no se trata de la palabra escrita.
Y no soy más que un murmullo.
Brindo por el disfraz de mi verdad,
por la escalera al cielo nocturno
que cae y cae, una y otra vez.
Soy testigo de mis desaciertos, con tanta rudeza
que me lastimo las cienes antes de dormir
para no dormir.
Me falta tanta vida
a pesar de tanta vida.
Tiemblo con el viento frío
de mi ridiculez
de mi vergüenza inocente
inocente de mí
inocente de la culpa que creí extinta.
Tiemblo con el recuerdo de la noche y las montañas,
de las estrellas libres
que dificultan los ejemplos.
Me río de mí,
de mi soberbia desventurada.
Me burlo de mi cabeza
y sus misterios vulgares.
Me caigo
Me boto
Me empujo
Y cuando me encuentro de cara a mi cara
cierro los ojos,
recuerdo algún poema
para no seguir preguntándome
¿por qué?